jueves, 23 de octubre de 2014

Malditos Domingos - Marwan

Ahora que hemos venido a entender
que los domingos
no son otra cosa que la nostalgia de los sábados.

Mañanas de luz festiva y tardes grises,
donde dos manos se aprietan sin fuerza en unos cines.

Tienen la tristeza de la mirada del culpable los domingos por la tarde.
Se parecen demasiado a las renuncias,
a palabras que se pronuncian con poco que decir,
sin energía que las lleve.

Poseen un cuarto propio en la cabeza del poeta,
los aprovecha y los odia,
como su desasosiego
paralizante e inspirador.

Quizás el domingo un paseo por el centro.
Quizás un buen libro en el Retiro o la promesa de una semana mejor.
Pero toda vuelta a casa,
vuelve a convertirlo en un epílogo
 en un tétrico desfile de fantasmas.

No hay manera.
Hay que aceptarlo.
Es imposible salvar los domingos de la literatura.