miércoles, 30 de octubre de 2013

Peripecias y otros trucos tontos para huir de mí - Carmen Boza

Tras de si va dejando un reguero de pan,
y es que aún no se ha atrevido a urdir, pero conserva para fantasear.
Y en el fondo de lo de más adentro no quiere admitir que todo eso está pudriéndose.

Presa de centrifugar todos sus convencimientos en bucles cíclicos y muertos: sus peripecias para desconectar, colecciona besos y desaciertos y periódicamente los expone al vituperio.

Y qué si no es blanca su bandera y si ostenta la secuela de una guerra que ha elegido perder.
Y quiere enfrentarse a la palestra, a cualquier reminiscencia del pretérito imperfecto que fue.

Justo así entre sonidos ajusto mi tempo, es más espacio temporal cuando se hace silencio.
Y si observo todo lo demás expuesto, tengo que admitir que todo ésto está muriendo.

Y qué si no es blanca su bandera y si ostenta la secuela de una guerra que ha elegido perder.
Y quiere enfrentarse a la palestra, a cualquier reminiscencia del pretérito imperfecto que fue.




martes, 22 de octubre de 2013

Fragmentos de Raro - Benjamín Prado

Sólo los tontos creen en sí mismos. Ésa era la frase favorita de mi padre. Le gustaba decirla para acabar alguna de sus historias acerca de la manera en que había construido el futuro con sus propias manos, contra viento y marea. Cuanto más te hundes, menos gente confía en ti; no creen que hayas caído desde alguna parte, sino que siempre has estado abajo.

Muchas veces creemos que si no hubiéramos hecho las cosas tal y como las hicimos, ahora estaríamos en un sitio mejor, pero nos equivocamos. Sólo es que a veces las ruedas cambian de dirección antes de que todo vuelva a su sitio.

¿Sabes? es como si todo el tiempo estuvieras corriendo junto a un enorme pozo, levantando un muro a su alrededor, y bastara un pequeño empujón para caer dentro de él. Parece que alguien viene y escribe algo encima de toda tu vida y cuando vas a mirar, lo que hay escrito es no hay trato. Sólo es eso: no hay trato.

...Y se decía a si misma algo del estilo de: cuando todo va demasiado rápido tienes que ir deprisa si no quieres quedarte atrás. Siempre he pensado que mi madre era mucho menos valiente que sus frases, pero supongo que era su forma de mirar hacia abajo y no sentir vértigo.

Después de aquello nada volvió a parecer igual: era el mismo puzzle, pero algunas piezas ya no encajaban y otras se habían perdido para siempre. Es curiosa la forma en la que recordamos las historias sólo porque estaban llenas de cosas pequeñas que no nos caben en las manos.

Dicen que cuando alguien no tiene nada que darte, te ofrece el futuro, pero no es cierto. Lo cierto es que un día te das cuenta de que lo malo no son los problemas, sino el hecho de que necesites darles una respuesta, y entonces, sin saber de qué forma ha ocurrido, te encuentras en alguna parte mirando a la oscuridad, las calles encendidas y las casas apagadas, imaginando un montón de gente que piensan unos en los otros, que tienden puentes a lo largo de toda la ciudad, de una habitación a otra, de un corazón a otro.

Todas las canciones terminan por ser tristes, por ser la banda sonora de algo que has perdido. Hay canciones que vuelven muchos años después para rompernos el corazón y hay mujeres que se marchan como si fueran canciones. Para alguno de nosotros es algo que viste una vez pero no pudiste coger y que no has vuelto a ver nunca más, algo que de alguna manera has perdido antes de que fuera tuyo y desde ese día sabes que el resto no es nada, sólo nieve cayendo encima de la nieve, y aunque tengas alguna parte donde ir, hay mil puertas a tu alrededor, pero ninguna tiene la palabra salida.

Al fin y al cabo, las cosas que uno está dispuesto a creer terminan por ser verdad.

Tal vez estaba convirtiéndose en una de esas personas que de pronto descubren que entre todo lo que tienen y todo lo que han perdido no hay absolutamente nada.

La verdad es que no la culpo: todos tenemos derecho a asustarnos cuando vemos que algo grande se nos viene encima. Tess era uno de esos coches que aparecen de pronto en las calles del centro cubiertos de nieve de alguna montaña lejana y la gente se da cuenta de que querría estar en esa montaña y toda la ciudad empieza a parecer una ciudad distinta y peor y sus relojes van más despacio y sus sábados están más lejos. Sólo que su nieve no se deshacía, aquel coche estaba cada vez más blanco mientras el mundo seguía dando vueltas con sus veranos e inviernos, con sus noches de lluvia y sus tardes de sol. Nuestras habitaciones volaban por los aires y ella escribió un poema que hablaba de las formas en que se fundían las líneas de nuestras manos y yo descubrí que cuando la escalera termina puedes seguir subiendo. Y, de repente, la nieve empezó a deshacerse. [...]Las cosas siguieron por el mal camino. Ella había olvidado que en un tanto por ciento sólo eres feliz cuando sabes usar las cosas que ya tienes como si fuesen nuevas y yo ya había empezado a mirar para otra parte. Fueron tiempos difíciles, con cada uno de nosotros al final de su propia calle sin salida. Una vez leí que los hombres creen fácilmente en aquello que desean. Tess y yo habíamos dejado de creer en nosotros mismos.

Casi todo lo que intentan enseñarte tus padres cuando eres joven es que no debes ser tan joven.

Cuando no tienes ningún sitio a dónde ir, todos los sitios son el mejor. Había creado un mundo romántico dentro de canciones que él quería bailar pero miserable y soez fuera de ellas, Ander no quería hundirse pero tampoco nadar, sólo quería hacerse el muerto. Mientras flotara, le daba lo mismo dónde le llevase la corriente.

Todo el mundo tiene más recuerdos de los que necesita.

Me parece que ella también está asustada y cuando me quedo mirándola me doy cuenta por primera vez de lo que ha cambiado: tengo la sensación de que las palabras son las de siempre, pero la mujer que las dice es otra. Cuando vuelvo a mirarla sus ojos están llenos de lágrimas pero sonríe. A veces la gente sólo avanza porque teme dar un paso atrás.

Parece un hombre decepcionado e infeliz. Su cara dice que en este mundo los únicos que saben lo que les espera son los que no esperan nada.

No sé que era, pero allí estaba: de repente todo había cambiado de sitio. Ya sabéis a lo que me refiero: la próxima vez que miras, el río ha empezado a correr en dirección contraria. Pensaba en ellos de una manera extraña, como un hombre puede imaginar un río, pero no una manera de cruzarlo.


miércoles, 16 de octubre de 2013

Sabes - Álvaro Ruiz

¿Sabes? Aún recuerdo pasión y salida
aún recuerdo las visitas 
de noche por Santa Cruz.

¿Sabes? Aún recuerdo las miradas,
miradas que ayer se perdieron 
en la parada del autobús.

Volver.
 Regalaría el mundo por volver 
a tus abrazos en aquella planta.

Volver
a recordar todos los momentos, 
momentos que ayer se perdieron 
bajo la luna, en la calle del agua.

Cansado, 
estoy harto y he fracasado 
de buscar entre la multitud 
las caricias de un pasado.

Cuidado
con esa sonrisa, tú ten cuidado 
con esos labios tan delicados
que al tocarlos pierden su luz.

Te sigo esperando sentado 
en lo alto de mis ilusiones.

Y sigo buscando pasmado 
en el cajón de las soluciones 
para las letras de mis canciones…

Y lo único que encuentro eres tú.

Y eres la canción que se quiere escuchar 
en los días de soledad 
y en momentos desorbitados.

Y eres la paz y eres la tranquilidad 
y eres como el sonido del mar 
y eres luz para los desdichados.

Juntos 
no podemos cambiar este mundo, 
pero que el mundo nos cambie a nosotros 
si nosotros no estamos juntos.

Juntos 
nos reiremos de los problemas
y saltaremos todas las barreras
que hacen de la fría realidad.

Y todos los días me enseñas a vivir
y a sentir y a sonreír 
a la injusticia y a los palos.

Y todas las noches me quedo sin dormir
por no saber sobrevivir 
a las tardes sin ti a mi lado.

¿Dónde quedarán anunciados los recuerdos 
que juntos nos envolvieron 
como envuelven las hojas los suelos?

¿Dónde quedarán las historias perdidas 
de los jóvenes sin salida 
que juegan con la vida 
en una misma partida?


lunes, 14 de octubre de 2013

Volverás - Javier Limón

Cerró la puerta sin decir adiós
Nunca volví a verla nunca más volvió.
Como yo te quise nadie te ha querido;
Insensata mía 
¿por qué te has ido?

Y me dejaste sola como el mar,
Yo vivo como el aire libre pero sin saber a dónde va.
Y nadie te ha querido;
Insensata loca 
¿por qué te has ido?v

Tu volverás, y cuando tu regreses amor
Verás como alguien quiso ocupar mi pobre corazón por ti, y ya verás
Como tú a mi me pides perdón y yo que ya estoy loca de amor yo voy y te perdono.

No eran tan falsas aquellas mentiras,
Ni tan verdaderas tus verdades favoritas,
No fueron tan callados aquellos silencios,
No fueron tan malos algunos momentos.

Si ahora te marchas vete para siempre,
No te des la vuelta que las vueltas siempre duelen.
Y habré la ventana que da al paraíso
Olvídame si puedes, yo no he podido.

Tu volverás y cuando tu regreses amor
Veras como alguien quiso ocupar mi pobre corazón por ti,
Y ya verás como tú a mi me pides perdón,
Y yo que ya estoy loca de amor yo voy y te perdono, yo te perdono.

Poema de Patricia Rojo.

Llegaste en el anuncio.
Tú lo decías al decir voy.
Llegabas.
Por eso no te espero sola, ni aquí.

Estamos juntos en ese otro sitio intermedio entre los dos,
donde nos reunimos con la luz cada vez,
antes que con los cuerpos;
y de ahí, quizá, arrástrame hasta la luz,
hazme venir,
enciende cada poro y dime "eres",
dime "crece en ti el universo,
eres el primer motor,
el modo,
el torno,
el sí que todo lo sustenta y que yo alcanzo con la forma tibia de mis manos".

Entonces las cosas empiezan a funcionar y mira, escucha, han salido todos a celebrarlo:
los 365 días y las galletas con chocolate;
tu festiva banda minúscula y los libros que compramos juntos;
tus álbumes de dibujo, las fotografías,
las recetas ricas que preparas,
las láminas que me dejas siempre, cuando te vas, debajo de la cama;
el reloj que no te gusta, el agua y la miel.

Obsérvalas, van bailando por la casa.


Adiós es una palabra de dos sílabas, acentuada, aguda por cada paso que das cuando te marchas.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Nostalgias - Enrique Cadícamo

Quiero emborrachar mi corazón
para apagar un loco amor
que más que amor es un sufrir...
Y aquí vengo para eso,
a borrar antiguos besos
en los besos de otras bocas...
Si su amor fue "flor de un día"
¿por qué causa es siempre mía
esa cruel preocupación?
Quiero por los dos mi copa alzar
para olvidar mi obstinación
y más la vuelvo a recordar.

Nostalgias
de escuchar su risa loca
y sentir junto a mi boca
como un fuego su respiración.
Angustia
de sentirme abandonado
y pensar que otro a su lado
pronto... pronto le hablará de amor...
¡Hermano!
Yo no quiero rebajarme,
ni pedirle, ni llorarle,
ni decirle que no puedo más vivir...
Desde mi triste soledad veré caer
las rosas muertas de mi juventud.

Gime, bandoneón, tu tango gris,
quizá a ti te hiera igual
algún amor sentimental...
Llora mi alma de fantoche
sola y triste en esta noche,
noche negra y sin estrellas...
Si las copas traen consuelo
aquí estoy con mi desvelo
para ahogarlos de una vez...
Quiero emborrachar mi corazón
para después poder brindar
"por los fracasos del amor"...

lunes, 7 de octubre de 2013

Del infinito hasta aquí, te quiero un ahora. - Escandar Algeet

Podría haberte besado por encima de rascacielos y de torres gemelas,
haberte cedido la potestad de mando
a distancia,
de volante en todas las curvas,
de riendas y remos hasta el naufragio.

Y me habrías llevado, de la mano, como siempre hiciste.

Caminamos hacia el refugio, traemos un cansancio de continentes
y dudas, hemos venido a hacer el amor
y a pasar de las palabras
a los pechos.

Podría haber cedido mi egoísmo
a los relatos
y a poesías que no hablaran de nosotros,
y podría, por una vez,
haberme hecho daño a mí mismo
sin joder
con mis destrozos
a nadie más.

La de personas a las que he hecho llorar desde que no te hago reír a ti.

Imposible ser feliz y reducir  tu vida a nuncas y parasiempres,
como imposible esta carga
que tendrás que llevar
si rechazas
lo que no viviste.

Podría haberme pringado de horas, humedades y secretos
sólo
para contártelos,
para cerrar los ojos y dejarme caer
encima de ti, “dudo que pudiera estar debajo”.
Podría haber pisado el freno para esperarte,
haberte cogido en brazos,
despeinarte con mi velocidad.

La felicidad que se vive deriva del amor que se da, no del que se recibe.
No sabría cómo explicarte mejor lo de mi tristeza.

Puede que el amor sea una cárcel, pero al otro lado de su alambrada
tampoco está la libertad.
Lo supe desde el primer silencio en que no te vi.
Desde el primer te quiero en que no te tenía.

Podría haber esperado a que tus ojos inundaran
con su regazo
mi gris,
pero preferí el todo o nada
a esa espera.

Y aquí estoy, a mil canciones de ti,
pero sigo bailando.

domingo, 6 de octubre de 2013

"En un mundo de grises"

Y nos buscamos en los bares de siempre, 
en las madrugadas en las que solíamos no dormir, 
en los viajes a París que no hicimos, 
en esos besos que no llegaron a ser más que miradas deseosas a nuestros labios. 

Fuimos como dejar un puzzle a medias o, peor, una cerveza.
Nos quedamos con ganas de algo, que era todo.
Jugamos durante un tiempo, tú me decías "ven" y siempre solía estar a tu lado, 
así que te acercaba un poquito más, hasta que los pocos centímetros que nos separaban se volvían magnéticos.
Parecíamos como dos imanes que se tientan sin llegar a juntarse. 
Un tira y afloja.

Quítame el sueño que despierto también puedo inventarte. 
Y siempre estaba el típico orgullo diciendo que se nos hacía tarde, y tenías que marcharte.
Reducirlo todo a suspiros.
Incitándome a que me fumase todos los cigarrillos del mundo. 
Y convertías las noches en andenes en los que yo esperaba que volvieses con el primer tren de la mañana, pero hay mañanas que nunca llegan. 

Te escondías siempre tras las montañas de un montón de excusas. 
No salió el sol durante varios meses, y pasé el invierno al calor de las fotografías. 
Y del ron cola.
 Así vivimos un tiempo, hasta que ya no pudimos matarnos más y, con las manos vacías, nos dimos dos besos. 
Tú llevabas un jersey verde y yo un montón de apariencias falsas. "Que no te quería", te dije, y supongo que, en parte, no te mentí. 

Que no te quería querer, me explico. 
No ha llovido mucho desde entonces, pero lo poco que ha llovido nos ahogó a los dos. 
Naufragamos, de alguna forma, dentro de nosotros mismos. 

Luego gritábamos nuestros nombres, demasiado tarde, cuando ya la distancia que nos separaba no era tanta pero sí la suficiente. 

En el fondo sabíamos que mejor lejos que mal acompañados. 
No, espera: en el fondo sabíamos que mejor lejos que haciéndonos daño. 

Si alguien me pregunta, le digo que todas las cicatrices que tengo son de un exceso de velocidad que tuve —hacia tu cuerpo, pero eso nunca se lo he comentado a nadie—.

Parece que lleve esperando este otoño medio siglo, que es curiosamente el tiempo que llevo sin saber si sigues usando ese perfume. 

En fin, estoy empezando a cicatrizar como las hojas de los árboles. 
Pronto me secaré lo suficiente como para que cualquier sonrisa me rompa de nuevo. 
A lo mejor me enamoro. 
Y las cosas volverán a ser como antes de que tú fueses las cuatro estaciones de mi vida.

Garabatazos - Escandar Algeet

Al principio creí en algunas cosas
y creí que esas cosas eran importantes
así que luché por ellas, o con ellas, que es la mejor forma de luchar por algo...

o por alguien.

Al principio me llené de sueños porque no pensaba que los sueños pudieran ser un lujo.
Me llené de sueños y me dije: así, si los voy perdiendo, me quedará siempre alguno del que poder tirar
en caso de desvanecimiento.

Al principio yo no sabía de qué color eran las mentiras,
a qué sabía la rabia
o cuál era el significado último de ciertas lágrimas en ciertos ojos.

Ahora distingo de entre colores el gris, mastico amargura con los puños
y he memorizado unos cuantos diccionarios de palabras
para explicar un lloro.

Ya no miro tanto al cielo, pero aún resisto en caminar mirando hacia bajo.

En época de cambios, miras tus nuevas paredes y piensas que no va tan mal,
repasas los teléfonos que no usas imaginando qué sería de ti si hubieras seguido llamando.
A ratos, te buscas excusas y haces un trato contigo mismo: mirar lo bueno del camino
para poder asumir lo malo.

Y extiendes las manos esperando que llueva de nuevo,
buscando el ácido pálpito de las dudas en la lengua.

Al principio era un cuento lleno de planos para palacios por construir.
Ahora fumo tranquilo en un piso alquilado y miro la papelera llena
de folios rotos
a garabatazos.


Ni me cuesta sonreír, ni no hacerlo me hace daño.

martes, 1 de octubre de 2013

Histeria del histrionismo - Escandar Algeet

Apuntaron, en algún lugar y algún tiempo,
los nombres, números
y huellas
de quienes podrían saltar algún día
sin entender que debían
pedirles permiso.
Pero no dispararon.
Ahí empezaron a tener miedo, los de abajo,
a la puntería, de los de arriba.
No porque hubieran visto la sangre
sino porque la habían imaginado.
Y aquel temor de horizonte,
aquel miedo irracional de precipicio,
aquel imposible vértigo de salto
fue creciendo
(por dentro
que es por donde crecen los horrores)
hasta ser losa brutal de fábrica,
peso de raíz y llanto
de suelo,
odio al fin y al cabo.
Y miedo, muchísimo miedo.
Decidieron vivir con ello, los de abajo,
y les dejaron vivir con ellos, los de arriba.
La rutina se hizo presagio
y las suelas de los zapatos
se acostumbraron al sabor del suelo.
Poco a poco, aprendieron a vivir esposados,
a proteger sus cárceles como casas,
a defender el lado útil de las cadenas.
Y los que más lloraron en un comienzo
fueron los primeros en reír.
Con carcajadas que retumbaban como lamentos,
con gritos publicitarios
y esfuerzo, con mucho esfuerzo.
Hasta que uno
cansado de aquel dolor sepulcral en el pecho,
decidió mirar al cielo
y sus causas,
cansado del antifaz y la máscara
decidió cortarse el pelo
y clavarse una diana
en el centro
de la nuca,
cansado de estar cansado de tener miedo
miró al abismo
cara a cara
y le dijo: dispara, si tienes huevos.
Y el abismo, en lugar de devolverle la mirada,
se refugió en su silencio,
se rió,
y pensó para sí mismo:
“en cuanto me des la espalda”.