A este miedo de no saber volar si no es contigo
no sé qué nombre ponerle,
a esta herida
ni se lo busco.
A tus vicios sigo dispuesta a acostumbrarme.
Ahora sólo me queda la distancia.
Que qué cojones tiene que estés tan lejos
y yo te sienta durmiendo a mi lado,
y tenga que echarte así de mis sábanas: como si estuvieras.
Como si hubieses existido en algún momento.
Como si a mis costillas no les faltaran tus golpes. Ven y duéleme un poco más,
te pido, una última vez,
por favor.
ME ENCANTA
ResponderEliminar