He puesto tu cara a todas las personas con las que he intentado olvidarte.
He puesto tu nombre sobre el mío,
tus palabras en mi boca
y el dolor dentro de un vaso del que apenas se ve el fondo.
Derramé licor del malo sobre tus fotos
pensando que el color de tu ropa se correría
y acabaría ardiendo bajo la luz de alguna vela.
Viniste cabalgando
sobre ilusiones blancas
bajo cielos verdes
de inquietas esperanzas
y pusiste en jaque mi vida
sin dar ninguna explicación.
Ya no la necesito.
Ya no te necesito.
Y algún día,
tras tanto despertar,
comprenderé que tú
tampoco me necesitabas.
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