Y nos buscamos en los
bares de siempre,
en las madrugadas en las que solíamos no dormir,
en los
viajes a París que no hicimos,
en esos besos que no llegaron a ser más que
miradas deseosas a nuestros labios.
Fuimos como dejar un puzzle a medias o,
peor, una cerveza.
Nos quedamos con ganas de algo, que era todo.
Jugamos
durante un tiempo, tú me decías "ven" y siempre solía estar a tu
lado,
así que te acercaba un poquito más, hasta que los pocos centímetros que
nos separaban se volvían magnéticos.
Parecíamos como dos imanes que se tientan
sin llegar a juntarse.
Un tira y afloja.
Quítame el sueño que despierto también
puedo inventarte.
Y siempre estaba el típico orgullo diciendo que se nos hacía
tarde, y tenías que marcharte.
Reducirlo todo a suspiros.
Incitándome a que me
fumase todos los cigarrillos del mundo.
Y convertías las noches en andenes en
los que yo esperaba que volvieses con el primer tren de la mañana, pero hay
mañanas que nunca llegan.
Te escondías siempre tras las montañas de un montón
de excusas.
No salió el sol durante varios meses, y pasé el invierno al calor
de las fotografías.
Y del ron cola.
Así vivimos un tiempo, hasta que ya no
pudimos matarnos más y, con las manos vacías, nos dimos dos besos.
Tú llevabas
un jersey verde y yo un montón de apariencias falsas. "Que no te
quería", te dije, y supongo que, en parte, no te mentí.
Que no te quería
querer, me explico.
No ha llovido mucho desde entonces, pero lo poco que ha
llovido nos ahogó a los dos.
Naufragamos, de alguna forma, dentro de nosotros
mismos.
Luego gritábamos nuestros nombres, demasiado tarde, cuando ya la
distancia que nos separaba no era tanta pero sí la suficiente.
En el fondo
sabíamos que mejor lejos que mal acompañados.
No, espera: en el fondo sabíamos
que mejor lejos que haciéndonos daño.
Si alguien me pregunta, le digo que todas
las cicatrices que tengo son de un exceso de velocidad que tuve —hacia tu
cuerpo, pero eso nunca se lo he comentado a nadie—.
Parece que lleve esperando
este otoño medio siglo, que es curiosamente el tiempo que llevo sin saber si
sigues usando ese perfume.
En fin, estoy empezando a
cicatrizar como las hojas de los árboles.
Pronto me secaré lo suficiente como
para que cualquier sonrisa me rompa de nuevo.
A lo mejor me enamoro.
Y las cosas
volverán a ser como antes de que tú fueses las cuatro estaciones de mi vida.
Que bonito!! Lo has escrito tú??? Me encanta!!^^
ResponderEliminarsaludos y sigue así:)
Re loco
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