lunes, 18 de marzo de 2013

Eso - Carlos Salem

Cualquiera se queda pegado a la perfección de tu nariz, que te hará joven para siempre;
o en tus pestañas, rejas tiernas para esos ojos;
o en el riesgo de tu cuello;
y, por su puesto, en el precipicio de tu escote que dispara las ventas de biodramina.

No voy a engañarte: soy un cabrón cualquiera que admira todo eso, y no renuncia a llegar a verlo más de cerca.
Pero si me toca elegir, me quedo con tu sonrisa de verdad, que muerde el dolor cuando lo besa. 
Tu voluntad de no calzarte los tacones del rencor. 
Tu renuncia a las armaduras inoxidables
y esa jodida paz contagiosa y bienhechora que uno siente cuando andas cerca, y bebes, como si fueran de otra, los sorbos de tu pena.

Me quedo con eso, a la espera de la noche en que comprendas que tu película no hizo más que empezar, falta rodar las mejores escenas, y estás herida pero entera.

Me quedo con eso, y, si pudiera, también con el escote y todo lo demás.

Pero eso, eso, por favor, eso, no lo pierdas.

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