Has
llorado con canciones tristes hasta colmar el charco de una pena que a veces
llegas a extrañar.
Sientes
que la vida es como un prado llena de botellas tentadoras en el que has
desembocado sin traer un abridor.
Tu vino
es dulce aunque lo sazones con lágrimas que ya no son las tuyas, y sin embargo,
las llueves todavía.
Fumas
para quemar recuerdos que te saben ajenos y por eso te resistes a perder.
Te vas
de viaje ciertas noches al país de la melancolía que siempre tiene un cuarto libre
para ti.
No
pretendo deshacer esa tristeza que te abriga por momentos e intenta congelarte
la esperanza, pues viene contigo como esas piernas largas que se mueren de
ganas de bailar la vida, como esas manos hartas de acariciar la nada.
Pero
debes saber que cuando te descuidas floreces en pétalos imposibles de arrancar.
En
resumen, que diga que te quiero por todo lo que tienes y lo que crees que te
falta, por esa vocación a la nostalgia que niegas sin saberlo a carcajadas y
porque estamos condenados a vagar con dos copas de más por la calle de la
felicidad sin asfaltar.
Si
quieres, vamos, que igual que la melancolía, yo siempre tengo un cuarto libre
para ti.
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